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Los mensajes que escribimos

En un episodio confuso y de apariencia insignificante, le pedí a mi hermana que por favor intentara enviarme mensajes por escrito en lugar de muchos audios cortos. En seguida de hacerlo me sentí mal, claro, y le aclaré que al final es cierto que cada uno hace lo que puede a través de las redes de comunicación. Cada uno hace lo que puede, en general, siempre, a través de las redes de la comunicación, por fuera y por dentro, con la comunicación, con las palabras, con el silencio, con las intenciones, con todo, con nada: hacemos lo que podemos y ya. A una profesora que tuve en la facultad le gustaba mucho decir dos cosas, una era "lo importante es lo que permanece en lo que cambia", y la otra “uno hace lo que puede: y se puede poco”, pero yo creo que podemos mucho. Acaso la exigencia signifique eso: querer o creer que se puede mucho más de lo que se puede, y entonces pedir, ante lo que se pueda o se pudo, más. No sé si será mucho o poco lo que podemos, si es mensurable en esos t...

Otoño

Empecé el día volcando una taza de té sobre la mesa: se mojaron los libros, se mojó mi nuevo libro de Emma Barrandeguy, se mojaron las sillas y además la mesa, se mojaron mis medias, un suéter, se mojó el piso de madera donde en seguida fue a parar la pequeña lengua de mi ya no tan pequeña, gata. Un recuerdo de instagram me muestra una foto de Ámbar un año atrás parada sobre mi cama con cara de pánico: un año pasó de esa foto, increíble, un año desde sus primeras muestras de afecto, un año desde las primeras muestras de afecto que recibí de parte de una gata viviendo conmigo en la misma casa, solas las dos. El otoño para mí son estas cosas: un accidente doméstico, una conversación a medias, el agua volcada sobre la mesa dejando su seña indeleble sobre los papeles del día, el malentendido, las canciones viejas, el recuerdo, las fotos, el recuerdo de una foto y las fotos sin recuerdos, la caída, el viento, lo que se suelta, la frustración, la tristeza, el color blanco, la piel cuando se ...

Escribir con las manos

  La última semana que pasó me tuvo bastante peleada, incómoda bah, con el hecho de que la escritura sea una artesanía y una manualidad: la otra cara sí, la imaginación sí, la fantasía sí, la posibilidad sí, también, siempre, la de caminar y escribir como quien piensa o se pasea sí, la asociación sí, pero sentarme y con las manos darle forma a las palabras: uf. Además de la inspiración, exista o no exista tal cosa, además de la contemplación y la mirada y la maravilla inexplicable, además de las ideas o de su falta y a pesar de ellas, de la vida que una lleva queriendo que algo suceda y dé frutos, de querer hacerlo (hacer, y dar frutos), además de querer escribir y querer registrar y de hacerlo ya, de tenerlo listo y de tocarlo y de sentirse parte de, digamos, cierta realización: hay que sentarse y trabajar con las manos, sentarse y trabajar con el tiempo, sentarse y trabajar con las palabras, en las palabras y en el tiempo: habitar, elegir, descartar, atravesar, sostener. Todo eso...

Gran remera

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No lo puedo creer! Un amigo acaba de compartirme una canción que se llama "gran remera". Su letra dice así:  una gran remera que las mangas me toquen los codos que nada me ponga incómoda de más y la canción dura lo que estos versos repetidos 4 veces. La verdad es que me alucina, porque hoy durante un viaje largo en colectivo hasta la casa de mi abuela estuve escribiendo en las notas de mi celular sobre canciones que expresan de manera sencilla y contundente verdades esenciales: canciones sobre el desamor, el enamoramiento y la desilusión, canciones sobre lo que una encuentra cuando sale a caminar, canciones sobre sentimientos inesperados y universales, canciones sobre detalles que se alojan en la vida cotidiana como brillos, canciones sobre nuestros gustos de helado preferidos, canciones como mensajes que enviaríamos por chat, canciones sobre listas aleatorias de fantasías extravagantes para cumplir durante nuestra vida, como por ejemplo la de cortar una cinta roja de esas qu...

Todo se mueve

En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico.  Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo reparar un tiempo ignorado; no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que me ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma está destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Felisberto Hernández Segundo día del año, 2024. Ayer miraba el paisaje a través de la ventana del auto y recordé una conversación que escuché en diciembre del 2022. Estábamos en Mercedes, en casa de Eli, Argentina jugaba un partido importante dentro del mundial y hacía muchísimo calor. Eli habla...

Tramada

En la vida hay nudos y nudos: los hay más fuertes o livianos, los hay evidentes o sigilosos los hay grotescos y sutiles: no siempre nos damos cuenta de todos. Hay nudos que nacen adentro de una bolsita de terciopelo: no hablan, respiran sin hacer ruido. Nudos como esos avistamos de repente, como quien no quiere la cosa, durante la víspera de año nuevo cuando queremos relucir alguna joya  perdida en el fondo amasijo del pasado. Me pasó con una cadenita dorada que mi padre me ayudó a desenredar antes de que llegaran los invitados. Para desenredar una cadena  (o disolver un nudo) se necesitan paciencia y templanza, mente equilibrada (respiración) y cierta parcialidad que secretamente consiste en una entrega, en una entrega anónima a la tarea y al nudo.  Para desenredar una cadena (o disolver un nudo) hay que prestar atención, pero no mucha: la suficiente como para seguir intentando (calentando las fronteras del nudo), la justa como para no tensar  ni apretar ninguno de ...

Accidente

  Todo tiene que ver con todo. Tiene que ver  con la fina capa de polvo que cubre la superficie de la ventana de un autobús escolar  sobre la que alguien dibujó  un par de corazones enlazados, el hecho de haberme quedado sin batería en el teléfono una vez más. No voy a poder escuchar esa canción que quiero,  que siento es pertinente ahora mientras viajo en colectivo y la vida me sonríe a través de la ventana, pero entonces sí podré escuchar a través de la radio del colectivo (inconsciente) esa canción  que tanto le gustaba a tu papá: todo tiene que ver con todo. Tiene que ver con la canción  y con la radio que la está reproduciendo,  “casualmente”, este barrio y la librería del barrio en la que tantos libros, tantos libros por delante y por detrás de las historias nos supieron encontrar. Tiene que ver con recordar: mirar por la ventana y las ventanas en general, escuchar una canción y las canciones en general,  viaj...