Escribir con las manos
La última semana que pasó me tuvo bastante peleada, incómoda bah, con el hecho de que la escritura sea una artesanía y una manualidad: la otra cara sí, la imaginación sí, la fantasía sí, la posibilidad sí, también, siempre, la de caminar y escribir como quien piensa o se pasea sí, la asociación sí, pero sentarme y con las manos darle forma a las palabras: uf. Además de la inspiración, exista o no exista tal cosa, además de la contemplación y la mirada y la maravilla inexplicable, además de las ideas o de su falta y a pesar de ellas, de la vida que una lleva queriendo que algo suceda y dé frutos, de querer hacerlo (hacer, y dar frutos), además de querer escribir y querer registrar y de hacerlo ya, de tenerlo listo y de tocarlo y de sentirse parte de, digamos, cierta realización: hay que sentarse y trabajar con las manos, sentarse y trabajar con el tiempo, sentarse y trabajar con las palabras, en las palabras y en el tiempo: habitar, elegir, descartar, atravesar, sostener. Todo eso. Todo eso a la vez. Todo eso y más.
Pienso en dos poemas: uno, de mi amiga Belén, que dice algo así como desmadejar, desmadejar, desmadejar hasta que la palabra surja de la maleza, de la espesura y de la oscuridad que la rodea, hasta que brille como una fruta fosforescente. La estoy parafraseando y por supuesto que la referencia no es exacta, pero me quedó latiendo esa idea de que siempre en la escritura están sucediendo, al mismo tiempo, una búsqueda, una travesía y un corte. Dejo atrás, dejo atrás, busco, atravieso, sostengo, encuentro y lo que encuentro es el chispazo de una dinámica que rápidamente vuelve a convertir lo que encontré en una nueva búsqueda, en oscuridad, lucha, incertidumbre, descubrimiento de un nuevo destello, y así.
Otro poema del que me acuerdo, claro, de Osvaldo Lamborghini. Él escribe: le escribí diciéndole -mentira, siempre se escribe escribiendo. Algo así. Mi profesora de teatro nos decía siempre: actuar no es hacer como que, actuar es actuar. Y cuando faltaba esa correspondencia, esa sincronía en un trabajo, arremetía sobre la escena al grito de un: de verdad! de verdad! Se escribe escribiendo, y no de otro modo, aunque nos guste creer que sí, que hacemos durante la espera, en la postergación, aunque una siempre se guarde una metáfora en la boca para justificar el valor de la dificultad, de la distancia, aunque una crea que escribe siempre, incluso cuando no lo está haciendo: se escribe escribiendo. Se escribe en una hoja con birome o con lápiz, se escribe a máquina (depende cuán romántica seas) o tecleando sobre el teclado de tu computadora, como yo en este momento, también. Se escribe escribiendo y escribiendo y escribiendo: más de una vez escribiendo, tachando, riendo, llorando, escribiendo tres palabras o una, y de vuelta escribiendo escribiendo, y así. Aunque no se vea nada. Y seguir, y volver, y seguir.
No sé si los escritores y las escritoras de otro siglo habrán tenido dificultades para sostener una práctica como la escritura en su tiempo, probablemente sí. Y nos han llegado sus registros, claro que sí. Pero es que hoy… entre tanta pantalla extendida, impuesta, atravesándonos… me aferro a la idea de que vivimos un fenómeno inaudito y temo que perdamos la sensibilidad para atender que cada práctica tiene una textura, y que cada textura merece tiempo, dedicación y paciencia. Y que hay procesos que no se pueden acelerar ni pasar por alto. Y resultados que no podemos exigir de la noche a la mañana. Y que la forma toma tiempo y que el tiempo toma forma gracias al tiempo. El tiempo trabaja para la forma y la forma se nos presenta como un trabajo, como una ofrenda del tiempo sobre ella. Y en este proceso de encuentro entre el tiempo y la forma, entonces, la resistencia se vuelve crucial, valiosa, orgánica. Pero, ay!
Para escribir no hace falta saber todo, basta con saber muy poco, y probablemente baste con no saber, nada. Escribir es buscar. Es, también, vivir. Pero por supuesto, acaso lo más importante, lo que una podría olvidar facilmente, como quien no quiere la cosa: escribir es escribir.
Comentarios
Publicar un comentario