Los mensajes que escribimos


En un episodio confuso y de apariencia insignificante, le pedí a mi hermana que por favor intentara enviarme mensajes por escrito en lugar de muchos audios cortos. En seguida de hacerlo me sentí mal, claro, y le aclaré que al final es cierto que cada uno hace lo que puede a través de las redes de comunicación. Cada uno hace lo que puede, en general, siempre, a través de las redes de la comunicación, por fuera y por dentro, con la comunicación, con las palabras, con el silencio, con las intenciones, con todo, con nada: hacemos lo que podemos y ya. A una profesora que tuve en la facultad le gustaba mucho decir dos cosas, una era "lo importante es lo que permanece en lo que cambia", y la otra “uno hace lo que puede: y se puede poco”, pero yo creo que podemos mucho. Acaso la exigencia signifique eso: querer o creer que se puede mucho más de lo que se puede, y entonces pedir, ante lo que se pueda o se pudo, más. No sé si será mucho o poco lo que podemos, si es mensurable en esos términos, si existe un parámetro universal para comprender el alcance de nuestra potencia, con todos los matices y las singularidades y las sorpresas, pero sí creo que al final, eso que podemos, es mucho más de lo que creemos. O en todo caso es muchísimo. Por qué me molestan tanto los audios cortos? No es que me molesten los audios, no es que me molesten los audios cortos, para nada me molesta la comunicación entre nosotrxs, siempre y cuando sea comunicación y no otra cosa. Escribirle un mensaje a alguien, escribir un mensaje para alguien, o varios, y que como respuesta me llegue una mezcla de barullo con palabra con bocina con puerta, me frustra. Y esta es una frustración personal y descarada que debería, quizás, reservar para mí. Pero al final del día soy humana, y no es por malo o por bueno que una descarta o elige ciertas cosas, sino por cómo le impactan. Algunas cosas, claro, no todo. 

A partir del mensaje que le escribo a mi hermana advierto que también estoy molesta con los stickers hace un tiempo. El sticker, un elemento que al principio me tenía completamente fascinada como los audios cuando pudimos enviarlos por primera vez, hoy me produce un efecto contrario, bastante desagradable (caprichosamente desagradable), que es el del rechazo. No siempre, claro, yo también colecciono y junto stickers como todos y me gusta lucirme o sorprender o hacer reír con los stickers que mando, y recibir stickers locos o raros o increíbles o tiernos y trato, generalmente, de enviar stickers que sean justos para la ocasión porque ese es el modo que tengo de resistir al desencuentro con la escritura, y con lx otrx, desde el sticker: si voy a enviar un sticker en lugar de una palabra, intentaré que el sitcker se le acerque a la palabra en su expresión. Escribir algo y que me respondan con un sticker “nada que ver” me enoja un poco, pero no lo digo, y pienso “esto en persona no podría pasar, la realidad de la conversación es mucho más justa, más auténtica, más verosímil en su cualidad de incalculable”, pero eso tampoco lo digo, porque una no puede andar diciendo todo lo que quiere por chat: o sí puede? Entiendo que no, aunque me cueste practicarlo, y entonces cuando digo algo sin medir tanto las consecuencias me siento mal, como si hubiera roto o arruinado algo valioso. Porque creo que la correspondencia lo es, algo valioso, que vincularnos es valioso y que cuidar las oportunidades que tenemos de hacerlo, también es valioso. Sobretodo en estos tiempos. No me asusta que la escritura esté en peligro porque tenga pensamientos apocalípticos o porque crea que una máquina pueda reemplazarlo todo, lo que sí me preocupa es la impermeabilidad, la falta de contacto, el desencuentro que se impone desde la voluntad individualista de querer ocupar todo el espacio. Y muchas veces mandamos audios cortos porque estamos apuradxs o porque "no nos da el tiempo" para hacerlo en otro momento, o para buscar las palabras o para preguntarnos realmente qué queremos decir, si queremos decir algo o no queremos decir nada, si queremos compartir algo o no queremos compartir nada, qué queremos compartir, si tenemos algo para compartir o necesitamos otra cosa, qué sentimos al respecto, que nos pasa con lx otrx. No creo que todo pase por el hecho de tener o no tener tiempo. O en todo caso sí, pasa por ahí, pasa por el tiempo, pero no por "el tiempo" fuera de unx sino por el tiempo que unx es. No quiero ser cruel, tal vez sólo un poco exigente.

Me hace reír y no lo voy a negar, pero también me desconcierta un poco escribir un lindo mensaje y recibir como respuesta una figurita de Maradona. No sé. Quizás esté pensando al revés, quizás peque de clásica o conservadora en una época que pide mentes abiertas y disponibilidad para todo lo nuevo, quizás ya fue el sentido crítico, quizás pensar o hacerme estas preguntas me haga parecer un poco densa o anticuada, no sé. Lo que quiero decir es que me encanta, me fascina, me enamora el mensaje por escrito, y aprecio especialmente las palabras que se escriben por mensaje, el tono que pueden asumir, la intención o la motivación que hay detrás de cada una de ellas, el cuidado que las inspiró, el misterio y la persona, los efectos que pueden generar en quien las recibe. El chat es la correspondencia de hoy, nuestra correspondencia, limitada y fundamentalmente humana, y sólo me parece que si no vamos a mandarnos cartas entonces nos tendremos que mandar, siempre, o siempre que se pueda, mensajes por escrito. Como todo lo que permanece en lo que cambia. O será mucho pedir?

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