Contacto directo


Hace un rato terminé de escribir algo que no creí que sería una gran cosa ni tampoco una cosa escrita.  La cosa empezó ante la incomodidad que sentí al ver que no me salían las palabras. Hoy no tengo muchas palabras a mano, las que tengo las digo fácil porque soy de buena memoria y mucha lectura y puedo "versear" por arriba como estoy haciendo ahora, pero las palabras palabras, las que expresan lo de adentro están adentro, bien adentro, olvidadas de sí mismas, desarmadas y llenas de agua. Y aunque quisiera recibir experiencia de la vida y compartirla al mismo tiempo sé que eso es, si no imposible, al menos no demasiado natural. Mi relación con "lo natural" y "lo verdadero", entre comillas, es un tema aparte.


Compartí entonces algunas palabras en Instagram, palabras que salieron de adentro y escribí, sin darme cuenta, en letra minúscula. Sabrina me comparte su mirada, me cuenta lo que le pasó al ver las palabras tan chiquitas, quiso leerlas pero se le hacían demasiado (chiquitas) y entonces pasó de historia. Reconozco en su intención un acto de honestidad creativa, no es la primera vez que hablamos de "Instagram" y de las cosas que suceden (y de la manera en que suceden) en la red. 
Justo ayer a la noche pensaba en ciertos grupos de WhatsApp, algunos grupos de las materias de la facultad que estoy cursando en donde veo que cada uno pregunta lo que quiere saber sin atender a las preguntas ya realizadas, o a los temas abiertos, o al contexto, y entonces el chat, vertiginoso, se llena de mensajes independientes que hablan solos y no se escuchan entre sí, tal vez exagero, pero lo cierto es que me impresiona y atemoriza un poco, la escucha es algo a lo que me gustaría prestarle especial atención, un poco todos los días. Entonces me hace bien lo que me dice Sabrina, porque es algo que podría no haberme dicho (que no leyó lo que escribí porque estaba muy chiquito y le resultó incómodo), y porque habla de una manera en la que podemos relacionarnos con las redes (y entre nosotros en las redes) que me da mucha esperanza, y que desanda la mirada unilateral apocalíptica cerrada y polar que dice (sin decirlo exactamente así) que la red es mala y tóxica y algo de lo que debemos protegernos. Entonces me hago las preguntas: cómo podemos hacer red dentro de la red? 
Qué es una red? 
Qué hacemos ahí, qué decimos y qué no decimos, qué esperamos, qué no hacemos, nos ayudamos o competimos, qué compartimos, cómo nos relacionamos con el contenido que vemos, para qué lo vemos y qué decidimos hacer con eso?
A partir de su comentario recuerdo a mi amiga Belu que otra vez me dijo, quiero agrandar tus palabras porque no llego a leerlas. Y me causa gracia porque es algo que hago sin darme cuenta, escribir chiquito, inconscientemente al parecer, y contengo las ganas de explicarme porque me gusta que no haya nada para explicar y que mi persona se desarme por completo ante el contacto con un otro y con lo que el otro tiene para decirme. Parece fatal y es mágico. Y me fascina que la importancia de algo sea justa: ni chiquita ni grande. Ser vínculo me abre, me sana.

Agradezco a Sabrina por animarse a compartirme su mirada y me animo a compartir de nuevo y por acá (para que aterricen un poco) las palabras escritas en la historia de Instagram:




captura de pantalla de una historia de Instagram 



Nunca estuve tan cerca de las ganas de escribir y tan lejos de las palabras. Cuando me sumerjo de lleno en la experiencia se me escapan todos los filtros, las categorías del entendimiento, la nomenclatura y también las metáforas. Disfruto y al mismo tiempo me extraño, es como que "siento" plenamente y sin culpa pero al mismo tiempo me acompaña una sutil presión de estar nombrando, viendo claramente, "entendiendo". Muchas veces el silencio ha sido para mí una capa protectora, pero a veces y últimamente descubro en él una manifestación orgánica del proceso de sentir y dialogar con la vida. No puedo estar sumergida en el agua y al mismo tiempo filtrarla, "entenderla". Y puedo decir que a veces disfruto de andar así, percibiendo canales de información y sensación difusos, amplios, inclusivos, caóticos, sin entender "bien" lo que está pasando pues es de todo y muy variado, una trama compleja como la vida misma que me alucina. Recibo. De ninguna manera quisiera que escribir se convierta en una exigencia para mí, y al mismo tiempo es parte de mi trabajo. Entonces pienso en el trabajo, en el tiempo, y en el cuerpo. Cómo puedo trabajar al compás de mi cuerpo (de la respiración), respetando sobretodo los momentos en que mi cuerpo no puede "rendir"? Cómo puedo trabajar en la corriente de los tiempos de hoy, sin descuidar mi propio ritmo?

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