el viento nos une



Estamos tomando un café con mi abuela, ella en cualquier momento me va a decir: no me gustan las comparaciones. 






A veces en el colectivo juego a pensar distinto de lo que pienso cuando no estoy atenta a mis pensamientos, por ejemplo trato de pensar sin adjetivos, o de pensar en frases que no tengan el verbo “ser”. Cada tanto sale una frase, alguna idea loca. Pero también hay frases que no salen, que se quedan en ese lugar anterior a la palabra, me imagino un lago al atardecer por el que sale un vapor iluminado y candente, un color inexplicable que nos sobrepasa a todas: a nosotras y a las palabras. La sensación, invencible y secreta. Yo, sorprendida, puedo decir feliz. Aunque no obtenga resultados concretos, hacer el ejercicio me alcanza para pasar el tiempo, abrirme y renovar la mirada, el deseo, la fe.





Me imagino hablando de los textos que escribo, de los textos que no escribo y de los textos que escribo sin escribirlos del todo: por miedo, por falta de tiempo o dedicación. El tiempo es el mejor invento del mundo, y a mí me gustaría dialogar con él. “Me costó mucho escribir esto porque siento que escribir significa dejar ir una voz, ponerla sobre la hoja es una forma de entregarla para siempre, desprenderse de algo propio, íntimo, o de algo que se sintió íntimamente propio y de repente dejó de sentirse como tal, entonces se puede mirar, y escribir si se quiere escuchar con amor. La literatura existe porque la vida es abundante, la escritura se alimenta de la esperanza."







Hoy me siento fuerte. Aunque no tenga las palabras en la mano para decir: la seguridad es esta, la seguridad significa esto, igual estoy segura. 


Saco una hoja y anoto lo siguiente sin usar el verbo “ser”:



viajando, me alegro, 

extraña, voy, 

belleza, expresa, pulsación.

















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