suelta



Qué triste,

se perdió una bufanda

y no la podemos encontrar.

Era linda,

era tuya,

o de tu abuela,

y yo también perdí muchas cosas,

pero nunca me animé a escribirles.

Qué triste,

se perdió una bufanda,

y no la podemos encontrar,

y sólo querés llorar,

y sólo sabés llorar,

siempre que el recuerdo te sorprende,

aunque no creas demasiado en él. 

Qué lindo

repasar lo que perdimos y

sentir el paso del tiempo

como un regalo

infinito

que siempre nos permitirá inventar,

porque siempre nos servirá para algo

maravilloso

dulce

y necesario.

Imaginar,

imaginar a la bufanda en el pasado,

en el futuro,

en el presente,

y en todos los tiempos que no pudo vivir

pero todavía existen

y seguirán existiendo 

secretamente

en nuestra imaginación.

Bufanda, en donde sea que estés,

quiero que sepas que te quiero y que presiento 

que estás contenta,

y eso me hace bien,

muy bien

(ya no lloro)

y aunque haga frío en ese lugar

en el que estás,

y sea nuevo y desconocido para las dos,

y todos digan que es difícil 

empezar de nuevo,

y ser libre,

yo creo que debe ser 

divertido,

tal vez gracioso,

y muy

pero muy 

posible.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Tirando para no aflojar

Otoño

Escribir con las manos