alfajores de algodón

  ¿por qué es tan fácil abrirse un blog? Entré a la carrera de letras con un amigo que se llama Juan, le dicen Marcha. Cursamos el cbc mientras él escribía para un diario. Yo le decía que parecía Cortázar, usaba un sobretodo y un morral que lo hacía entre francés, mayor y decadente. Nos hicimos amigos porque volvíamos para el mismo lado, a los dos nos entusiasmaba la charla pero yo me irritaba muy rápido, necesitaba el silencio de una manera que él no. O eso parecía. Marcha vino a casa la noche antes de entregar el primer parcial de la carrera. Cursábamos Teoría Literaria, nos habíamos anotado a la misma comisión de trabajos prácticos. Nuestro profesor era genial, estaba fascinada y Marcha me cargaba con eso, él también se divertía durante sus clases. Es que era imposible no divertirse con algo así. Porque tal vez no era diversión lo que se generaba adentro del aula sino un estado de unión, de amor, de entrega, de encantamiento entre la materia y quienes nos reuníamos a su alrededo...

  ¿La pastafrola es una torta?  los primeros recuerdos que conservo de las fiestas en mi casa nunca incluyen el momento del postre. Yo decía que no me gustaban las tortas, me parecían muy empalagosas. Comía dulce de leche del pote, a veces, solo. Eso sí me gustaba y de alguna manera extraña no me resultaba tan empalagoso como las tortas que servían en las reuniones. A mi tía también le gustaba comer del pote del dulce de leche, y creo que todavía le gusta. Yo me asombraba porque a mi mamá no la veía hacer lo mismo, y porque seguramente creía que los adultos comían sólo del plato, comidas elaboradas y de distintos colores. No me gustaban las tortas pero me animaba a cocinarlas, a veces, con mi mamá, el sábado a la mañana. Los sábados había reuniones y me encantaba despertarme temprano para batir en la cocina. Las claras, por ejemplo, porque me parecía fantástico que se pudieran convertir en una espuma blanca. Crear una manga con una bolsa de plástico y dibujar con ell...