Un tatuaje de Heráclito
Camino sobre Bartolomé Mitre a paso liviano, envuelta en un aire templado, lleno de mensajes. “Pensé que era una flor naranja, pensé que era una flor naranja fosforescente” me dice una voz por dentro en seguida de pasar una ventana. Y es que pensé que era una flor naranja fosforescente aquello que sobresalía del marco de la ventana de la esquina que miré al pasar, casi obnubilada. De un naranja fosforescente parecido al de los resaltadores que usaba en el colegio para subrayar las cosas importantes. De repente me acuerdo de los resaltadores, de mi cartuchera, de las mochilas firmadas con liquid paper. Sigo caminando inspirada por ese viaje en el tiempo y también recuerdo algunos libros, la humedad me ayuda a entrar en otra dimensión. Viajo en los aromas del clima. Me encuentro con la frescura de los papelitos guardados entre las páginas de un libro gordo, me encuentro con las palabras escritas en lápiz negro, la letra curva y adolescente de algunas frases grandilocuentes pero extrañas,...