Irlanda en mi corazón
Donde hay secretos –dice–, hay vergüenza, y la vergüenza es algo de lo que podemos prescindir. Una amiga me recomendó “Pequeñas cosas como esas” y nada fue igual desde el momento en que terminé esa novela. Estaba rodeada de árboles. Por supuesto que necesité seguir leyendo a claire keegan, suspender el tiempo en su voz, estirar mi estadía en los paisajes que proponen sus historias. Conocer esa gente. Hoy hace mucho calor y me acordé de ella, estaba caminando cuando pensé que tal vez en algún lugar del mundo, en ese preciso momento, con este calor pero un poco más lejos, alguien estaría recibiendo una carta, inesperadamente: en ese lugar todavía no existen los semáforos, la gracia se percibe en el silencio, en la danza de la hierba. Ya no me quedan más libros suyos para leer, y espero nuevos con ilusión y al mismo tiempo podría decir que no necesito otros: la sensación se aloja en la mirada, ya se convirtió en latido. Gracias Claire.